Desde que era una niña siempre he tenido una relación profunda con Dios. Incluso aunque fue criada como católica, con todas las ambigüedades, contradicciones y confusión del Catolicismo, me esforcé para mantenerme enfocada en Dios y no en las enseñanzas de la Iglesia, puesto que ya desde muy pequeña me pareció que estas estaban de algún modo desviadas. Cuando estaba en la secundaria tomé la decisión consciente de dedicarme a mi fe más a fondo. Asistía a misa dos veces al día todos los días, me confesaba al menos una vez a la semana y cumplía todos los rituales en los que insistía el sacerdote, todo ello para acercarme más a Dios. La Iglesia no pudo responder todas mis preguntas apremiantes de la vida, como quién soy, quién y qué es Dios, por qué estoy aquí, y cómo debe ser mi relación con este ser superior que creó al universo. ¿Cómo se supone que debo vivir mi vida? ¿Quién es mi modelo a seguir y cómo se supone que debo seguirlo o seguirla? ¿Por qué Dios necesitó tener un hijo después de haber estado solo en la creación desde el inicio, si nunca antes necesitó un socio ni un intercesor? Mi sacerdote no pudo responder mis preguntas más allá de afirmar que yo debía tener fe, y que nada de eso tendría sentido hasta que yo tuviera una fe fuerte. Esto no fue satisfactorio para mí, y al graduarme de la secundaria abandoné la iglesia y comencé una búsqueda para hallar el camino correcto, la verdadera creencia y la verdadera religión.
Investigué varias religiones en un intento por deshacerme de mi vacío interior. Practiqué el hinduismo, el taoísmo, el budismo zen, e incluso me interesé en la magia blanca. Muchas personas creerán que esto es muy loco, pero yo necesitaba entender qué estaba buscando realmente. El problema es que todo esto solo me dejó un vacío que parecía que nada podría llenar.
Entonces, un día mi hermana vino a verme y lo que vi me sorprendió. Ella entró en mi casa con un vestido muy largo y estaba cubierta de pies a cabeza. Su cabello estaba oculto bajo un velo oscuro que caía sobre sus pechos hasta arriba de la cintura. Cuando le pregunté por qué se vestía de ese modo estando en pleno verano, a unos 30 °C afuera, me explicó que era musulmana.
Pues bien, de todas las religiones que yo había investigado, nunca había considerado al Islam, principalmente porque no parecía haber mucha información disponible al respecto, y porque yo tenía grabados muchos de los estereotipos sobre el islam en mi cabeza, con los que ahora tengo que lidiar en otras personas. Entonces dejé a mi familia y me mudé a California, todavía sin religión ni una relación sana con Dios.
Al comienzo, los estereotipos sobre el Islam me impidieron estudiar esta religión.
En ese punto me rendí y decidí simplemente seguir la corriente, sin preocuparme por ello. Viví así por dos años, y aunque hallé el amor y me comprometí en matrimonio con mi enamorado de la universidad, algo todavía faltaba. En mi subconsciente siempre estaba esa voz fastidiosa diciéndome que mi vida era un caos, pero yo me esforzaba en ignorarla hasta una noche ominosa. Justo antes de que dejara California y regresara a mi estado natal para estar con mi prometido y comenzar a construir nuestras vidas juntos, tuve el sueño más aterrador que jamás he tenido en toda mi vida.
En este sueño dos hombres muy altos vestidos de blanco estaban parados a los pies de mi cama. Al mirarlos pensé que eran extraterrestres o ángeles, no estaba segura cuál de las dos cosas, pero tenía mucho miedo y traté de alejarme de ellos, pero mientras más me esforzaba en poner distancia, más me acercaba a ellos. Finalmente terminé en la cima de una montaña muy alta con un océano a nuestro alrededor, tan rojo y caliente como la lava. Los dos hombres señalaron hacia el mar y me dijeron que mirara hacia allá. Lo que vi permanecerá grabado en mi mente hasta el día en que muera. El mar estaba lleno de gente desnuda que giraba una y otra vez, como carne rostizándose sobre el fuego, y gritaban: "¡Ayúdanos, ayúdanos!" Huelga decir que sentí que estaba vislumbrando el infierno y quedé petrificada de miedo. Le conté mi sueño a mi prometido y él simplemente se rio y me dijo que yo tenía una imaginación muy activa, pero yo no pude dejar de lado el sueño.
Cuando regresé a Michigan me encontré con que mi otra hermana y mi primo también habían abrazado el Islam durante mi ausencia. Esto despertó mi curiosidad, así que le pedí a mi hermana que me diera algunos libros para leer, y uno de los primeros fue Descripciones del fuego del infierno. Todo lo que yo había visto en mi sueño estaba en ese libro. Quedé atónita. Así que comencé a leer y a leer y a asistir a conferencias, y a hacer preguntas. Y mientras más aprendía acerca del Islam, mi cabeza y mi corazón más me decían que eso era lo que había estado buscando desde siempre. En mi cabeza tomé la decisión de abrazar el Islam, pero tenía un problemita, mi prometido. Él estaba firme en que no iba a hacerse musulmán, así que yo tenía que elegir entre el hombre que amaba y hacer lo que yo sabía en mi corazón que era lo correcto.
Dios afirma que si tú dices sinceramente que crees en Él y en Su mensajero (Dios lo bendiga), te pondrá a prueba, y esta era mi prueba. A pesar del enorme dolor que me causó en ese momento, elegí al Islam por sobre mi prometido. Esto fue hace unos seis años, y desde entonces Dios me ha bendecido con un esposo maravilloso que ama a Al‑lah y a Su mensajero, y con un hermoso hijo. Dios dice que a todo aquel que realmente quiera ser guiado, Él lo sacará de la oscuridad hacia la luz, y yo sé que eso fue lo que Él hizo por mí.