Obviamente, la sociedad no consistirá de sólo musulmanes. Por otra parte, los musulmanes y los no-musulmanes están siguiendo caminos muy distintos. La vida de un musulmán gira enteramente alrededor de la creencia correcta en Dios. La actitud de un musulmán hacia los otros también está determinada por la actitud de los otros hacia Dios. Un musulmán no puede sentir completa afinidad y amor hacia alguien que le ha dado la espalda a Dios, rehusándose a entragarse a Él o ridiculizando la creencia en Él. Simplemente no es natural que haya amor completo entre estos dos tipos de personas[1]. Sin embargo, incluso dado este posible sentimiento negativo en el corazón, un musulmán debe tratar con los no-musulmanes sobre la base de principios justos. Esto aplica para todos los no-musulmanes. Muchos no-musulmanes no son en modo alguno antagonistas de los musulmanes, mientras que otros exhiben un claro e inequívoco desprecio y odio hacia los musulmanes[2].
Uno de los principios básicos de comportamiento hacia los no-musulmanes no beligerantes se halla en el siguiente versículo del Corán:
“Dios no os prohíbe ser benevolentes y equitativos con quienes no os han combatido por causa de la religión ni os han expulsado de vuestros hogares, pues ciertamente Dios ama a los justos”. (Corán 60:8)
Una obligación importante hacia los incrédulos es el trato justo y apropiado. Esto fue descrito por el reconocido erudito musulmán, el Sheij Ibn Baz, quien dijo:
“[los musulmanes] no deben hacer mal a otra persona con respecto a su vida, su riqueza o su honor, si el no-musulmán es ciudadano de un Estado Islámico o ha alcanzado otro tipo de protección. Deben cumplir con los derechos del otro. No deben dañarlo con respecto a su riqueza, robándole, engañándolo o estafándolo. No pueden dañarlo en su cuerpo golpeándolo ni matándolo. Tiene una protección estatal que garantiza la protección de su vida de todas esas cosas”[3].
Un musulmán puede interactuar con los no-musulmanes, comprar, vender o rentar de ellos o a ellos, por ejemplo[4]. Incluso en un nivel social puede haber interacción, tal como asistir juntos a comer. Sin embargo, tales interacciones son, por naturaleza, limitadas, debido a las diferencias en las prácticas y costumbres sociales. Quizás uno puede decir que el objetivo final del musulmán en sus relaciones con los no-musulmanes es presentarles el Islam, abriendo así la puerta para que haya una relación completa de amor y hermandad entre ellos. Aún si el no-musulmán es antagónico y ofensivo, el musulmán sabe que puede repeler su maldad con bondad. Dios dice:
“No se equipara obrar el bien y obrar el mal. Si eres maltratado responde con una buena actitud [sabiendo disculpar], y entonces verás que aquel con quien tenías una enemistad se convertirá en tu amigo ferviente”. (Corán 41:34)
En resumen, como escribió Ibn Baaz:
“Es obligatorio para los musulmanes tratar a los incrédulos de manera islámica, con un comportamiento apropiado, siempre y cuando ellos no combatan a los musulmanes. Uno debe ser confiable, no engañarlos ni traicionarlos, y no mentirles. Si hay una discusión o un debate entre ellos, uno debe debatir con ellos de la mejor manera y ser justo con ellos en la disputa. Esto en obediencia a la orden de Dios:
“No discutáis con judíos y cristianos [acerca de vuestra fe] sino de buen modo, y no lo hagáis con quienes sean irrespetuosos”. (Corán 29:46)
Está prescrito para los musulmanes que los inviten al bien, les adviertan y sean pacientes con ellos, al mismo tiempo que sean solidarios y amables. Esto es porque Dios ha declarado:
“Convoca al sendero de tu Señor con sabiduría y bellas palabras. Arguméntales de la mejor manera. Tu Señor sabe bien quién se extravía de Su camino y quién sigue la guía”. (Corán 16:125)
Dios también dice:
“…hablad cortésmente…”. (Corán 2:83)[5]
Los musulmanes de cara a la sociedad en conjunto
Cuando un musulmán acepta vivir en una sociedad dada, está en esencia haciendo un pacto con ese país, de que él va a cumplir con las leyes de su Estado. Él no tiene el derecho a violar las leyes de ese país simplemente porque es un musulmán y el país no es un Estado Islámico. Así, todos los principios de comportamiento apropiado que han sido descritos en este capítulo se aplican a un musulmán viviendo dondequiera que pueda vivir. En varios países hoy en día, muchas cosas pueden ser legales pero están prohibidas para un musulmán. Estas cosas legales simplemente son evitadas por el musulmán. Él debe también exigir sus derechos legales para asegurarse que no es forzado a hacer nada que esté prohibido en el Islam. En general, sin embargo, debe estar entre los ciudadanos respetuosos de la ley.
Además de eso, un musulmán debe ser una ventaja para cualquier sociedad en la que viva. Debe ser un ciudadano modelo en muchas formas. Como se describió anteriormente, debe ser un buen vecino. Tiene la obligación de promover el bien y prevenir el mal donde sea que viva. Adicionalmente, debe evitar y oponerse a lo que muchas sociedades ven como los mayores crímenes, como son el asesinato, el robo, la extorsión, etc. Por otra parte, debe mantenerse alejado del uso del alcohol y las drogas, y de esta forma no sobrecargar a la sociedad en su conjunto con sus propias debilidades y adicciones. Finalmente, debe ser justo y equitativo en todas sus relaciones con los demás miembros de la sociedad.
El Islam reconoce el hecho de que es natural para un individuo amar a su país y tener una afinidad por la tierra en la que creció. Cuando los musulmanes fueron forzados a emigrar de La Meca, cuando estaba bajo el control de los politeístas, muchos de ellos expresaron su amor por esta ciudad. Por tanto, es natural para los musulmanes desarrollar un amor por cualquier tierra en la que se encuentren, incluso si el país no es un Estado Islámico. También es natural para los musulmanes desear lo mejor para su tierra natal. Pero, infortunadamente, esta idea de lo que es mejor de nuevo puede no ser compartida o apreciada por otros. Por ejemplo, los musulmanes pueden desear ver el fin de las apuestas, la prostitución y la pornografía. Los musulmanes creen que esto es lo mejor para toda persona consciente, musulmanes tanto como no-musulmanes. Sin embargo, muchos no-musulmanes no comparten este sentimiento. Ahí está el meollo del asunto. Teóricamente hablando, sin embargo, en las sociedades “libres” contemporáneas esto puede no ser un problema. Los musulmanes deben ser capaces de aferrarse a sus valores y costumbres sin hacer daño a los demás, mientras los otros siguen la cultura dominante en tierras no-musulmanas. Si los países “libres” no están dispuestos a brindar a los musulmanes este derecho, significa que ellos no tienen voluntad real de vivir según sus propios ideales. No es que los musulmanes estén tratando de causarles daño, ellos simplemente están tratando de ser buenos ciudadanos mientras viven una forma de vida diferente a la cultura dominante.
Conclusiones
Aún en sociedades pluralistas, las enseñanzas islámicas contribuyen a la cohesión social. Primero, el principal obstáculo para tal cohesión, el racismo y el prejuicio, ha sido removido. Segundo, un amor fuerte y un lazo es creado entre aquellos que comparten la fe Islámica. Tercero, instrucciones claras y decisivas de justicia y comportamiento apropiado son dadas para tratar con aquellos fuera del lazo de la fe. Cuarto, los musulmanes entienden su responsabilidad hacia aquellos que los rodean y, por tanto, contribuyen al bienestar de todos, mejorando aún más los buenos sentimientos y la cohesión dentro de la sociedad.
Footnotes:
[5] Ali Abu Lauz, Respuestas, p. 42.