en el año 63 antes de la era cristiana, jerusalén y palestina estaban bajo la ocupación de los romanos paganos, lo que comenzaría un nuevo período de tortura, abuso y sufrimiento para los hijos de israel, quienes habían estado esperando durante un largo tiempo al gran salvador para que les devolviera su tierra y poder.
los hijos de israel aguardaron el cumplimiento de las profecías dadas por jacob, moisés, david y otros profetas con respecto al “profeta esperado”. no tuvieron duda acerca de la llegada del “victorioso rey y profeta”, el profeta que guiará a los creyentes hacia la gloria y la felicidad de la otra vida. por lo tanto, cuando el gran jesús (la paz sea con él) llegó, y cuando vieron los milagros que dios le permitía hacer, muchos lo siguieron esperando que él fuese el “victorioso y gran profeta”, el “profeta salvador”.
la biblia nos cuenta acerca de quienes aguardaban al “esperado rey victorioso”. simeón fue uno de ellos, descrito por lucas: “había en jerusalén un hombre llamado simeón, que era muy bueno y piadoso y el espíritu santo estaba en él. esperaba los tiempos en que dios atendiera a israel y sabía por una revelación del espíritu santo que no moriría antes de haber visto al cristo del señor.” lucas 2: 25. simeón era uno de los que estaban esperando la salvación.
natanael, quien abiertamente le confesó a jesús (la paz sea con él) sus pensamientos y sus sentimientos, también era uno de ellos: “natanael exclamó: ‘maestro, ¡tú eres el hijo de dios! ¡tú eres el rey de israel!’ jesús le dijo: ‘tú crees, porque te he dicho: te vi bajo la higuera. verás cosas mayores que éstas.’” juan 1: 49 – 50.
cuando se extendieron los rumores de que jesús (la paz sea con él) había sido crucificado, algunos estaban muy tristes porque la salvación en la cual tenían esperanza había finalizado. cuando jesús (la paz sea con él) – disfrazado – apareció a dos de los discípulos luego de su resurrección, ellos se sorprendieron, “jesús les dijo: ‘¿qué es lo que van conversando juntos por el camino?’ ellos se detuvieron, con la cara triste. uno de ellos, llamado cleofás, le contestó: ‘¿cómo, así que tú eres el único peregrino en jerusalén que no sabe lo que pasó en estos días?’ ‘¿qué pasó?’, preguntó jesús. le contestaron: ‘todo este asunto de jesús nazareno. este hombre se manifestó como un profeta poderoso en obras y en palabras, aceptado tanto por dios como por el pueblo entero. hace unos días, los jefes de los sacerdotes y los jefes de nuestra nación lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz. nosotros esperábamos, creyendo que él era el que ha de libertar a israel; pero a todo esto van dos días que sucedieron estas cosas.” lucas 24: 17 – 21. ellos estaban esperando que la salvación viniera a través de él, como fue predicho en las escrituras del torá sobre el advenimiento del “victorioso rey” que liberaría a su gente, y los conduciría a la victoria. pero por el contrario, ellos sólo oyeron su crucifixión.
los discípulos le preguntaron a jesús (la paz sea con él): “como estaban reunidos, le preguntaron: ‘señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino de israel?’ el les respondió: ‘a ustedes no les corresponde saber el tiempo y el momento que el padre ha fijado con su propia autoridad…” hechos 1: 6 – 7. el quiso decir que ese no era el momento para “el esperado rey”.
awad samaan dijo: “aquellos que examinen las relaciones entre los discípulos y apóstoles de jesús, encontrarán que sólo lo consideraron a jesús como un hombre…ellos estaban esperando al mesías, pero el mesías, de acuerdo a las ideas heredadas de sus antecesores, no era más que un excelente mensajero enviado por dios.” (1)
las personas de israel, quienes esperaron largo tiempo por la llegada del “gran profeta victorioso” pensaron que juan el bautista era el mesías esperado; “el pueblo estaba en la duda y todos se preguntaban interiormente si juan no sería el cristo.” lucas 3: 15.
este grupo de gente, que estaban esperando la salvación, cuando vieron a jesús (la paz sea con él), dijeron sobre él lo que antes habían dicho sobre juan el bautista, “y decían a la mujer: ‘ya no creemos por lo que tú contaste. nosotros mismos lo hemos oído y estamos convencidos de que éste es verdaderamente el salvador del mundo’.” juan 4: 42.
andrés le dijo a su hermano simón, “andrés fue a buscar primero a su hermano simón y le dijo ‘hemos encontrado al mesías, al cristo’.” juan 1: 41. la mujer samaritana cuando vio sus milagros: “la mujer contestó: ‘yo sé que el cristo está por venir. él, al llegar, nos enseñará todo.’” juan 4: 25.
estas noticias fueron propagadas entre los hijos de israel, hasta que los grandes sacerdotes temieron la venganza de los romanos si se enteraban que “el victorioso y gran esperado mesías” había aparecido en la persona de jesús (la paz sea con él). por consiguiente, ellos empezaron a planear para acusarlo de corromper la nación al aclamar que él era el “esperado salvador”. “entonces, los jefes de los sacerdotes y los fariseos reunieron al consejo supremo. decían: ‘¿qué vamos a hacer? este hombre va multiplicando los milagros. si lo dejamos que siga, todos se van a entusiasmar con él, y luego intervendrán los romanos, que terminarán con nuestro lugar santo y nuestras libertades.’ uno de ellos, llamado caifás, que ese año era sumo sacerdote, tomó la palabra: ‘ustedes no entienden ni piensan, les conviene que muera un solo hombre por el pueblo y no que toda la nación perezca’.” juan 11: 47 – 50.
luego, ellos dijeron a pilato: “ahí empezaron a acusarlo, diciendo: ‘hemos comprobado que este hombre es un agitador. no quiere que se paguen los impuestos al césar y se hace pasar por el rey enviado por dios.’ pilato, pues, lo interrogó en estos términos: ‘¿eres tú el rey de los judíos?’ jesús le contestó: ‘tú eres el que lo dice.’ pilato dijo a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: ‘yo no veo delito alguno en este hombre’.” lucas 23: 2 – 4. pilato encontró que jesús (la paz sea con él) era inocente de lo que lo acusaban, ya que no había proclamado ser el esperado rey de los judíos.
referencia:
1 – el cristianismo en la escala, por muhammad ezzat al tahtawy. páginas 27 – 29.