¿Cuál sería su reacción ante alguien declamando contra algo que usted realmente ama?
¿Qué pasaría si usted fuera un hombre religioso y alguien viniera y profana el lugar de su culto groseramente?
No cabe duda que vaya a sentir rabia, y tratará de realizar lo mismo hacia esa persona. Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) no hizo eso, porque él no creía en las reacciones apresuradas, tenía el control total sobre sus reacciones al juzgar con prudencia antes de realizar cualquier acción. La siguiente historia demuestra que trataba cada incidente con gran inteligencia y visión a largo plazo.
Un beduino que no tenía contacto con la nueva ciudad (Medina) que Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) había levantado entre sus compañeros como la nueva capital, vino del desierto. El beduino actuó de una manera muy extraña para la gente de la civilizada medina.
¿Cuál le parece que fue esta acción?
De hecho, fue una de las más extrañas cosas que un hombre puede hacer, orinar en un lugar muy respetado y público, en frente a todos. Esto es lo que este hombre había hecho; orinó en la mezquita en frente de Muhammad (pbse) y de sus compañeros, en el lugar más sagrado para ellos. Fue una escena horrible, los compañeros del profeta no pudieron controlarse y le gritaron que se detuviera.
A pesar de que este incidente tomó sólo unos segundos, la reacción de Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) no precedió a su cerebro. Durante esta fracción de segundo, él analizó el carácter del beduino, quien había realizado tan mal acto en el lugar de su culto, y donde dirigía su estado. Su cerebro le mostró que ese beduino era iletrado, y su acción no tenía intenciones hostiles. Se trataba de un mero acto de atraso de la cultura de la limpieza y de la decencia, a diferencia de lo que Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) había construido en su capital. Ordenó a sus compañeros dejar al beduino, y no regañarlo. Después de que el beduino hubo terminado, Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) se le acercó y le informó que no podía realizar tal cosa en ese lugar.
El beduino estaba tan feliz de la manera en que Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) le había enseñado y con tan buen trato, que dijo: “¡Oh Allah!, ten misericordia de mí y de Muhammad, y de todos.”