Por definición, un ateo es alguien que niega la existencia del Creador. Esta es una buena definición siempre que nos estemos refiriendo a que el Creador cuya existencia niegan es el Dios único de la religión, el Uno y Único Creador verdadero. Por otra parte, los ateos sí creen en creadores, aunque no los reconozcan bajo esa denominación. Esto es así debido a que los ateos, en su esfuerzo por hallar alternativas a Dios que expliquen la existencia de las cosas temporales que vemos a nuestro alrededor, inventan algunas entidades imaginarias y les otorgan algunos de los atributos esenciales de Dios.
De este modo, los ateos materialistas creen en la materia como una forma de divinidad. Pero este dios-materia de ellos no es la materia con la que estamos familiarizados en nuestra vida cotidiana, sino que es algo eterno y duradero, de ahí la afirmación que suelen disfrazar de hecho científico, que dice que "la materia no se crea ni se destruye". Pero cuando se les pide que señalen esta materia eterna, descubres que solo persiguen un espejismo. La materia que podemos reconocer y que podemos señalar es la materia en la forma de los grandes cuerpos celestes, en la forma de las cosas físicas terrenales, y en la forma de los constituyentes de esas cosas: moléculas, átomos, partículas subatómicas, fotones, etc., ninguno de los cuales es eterno. Los ateos materialistas creen que hay una materia eterna detrás de todas estas cosas materiales que van y vienen, pero la aparición de la teoría de la Gran Explosión (Big Bang) astilló todas las esperanzas en la existencia de tal materia. Los científicos creen ahora que todo —materia, energía, incluso el espacio y el tiempo— tuvo un comienzo. De hecho, ellos hablan acerca del momento de la creación de todas estas cosas.
Otra de estas deidades imaginarias es la Naturaleza (con N mayúscula). La naturaleza con la que estamos familiarizados es la totalidad de los seres vivientes. Pero cuando se nos dice que la Naturaleza hace esto o aquello, como los ateos son propensos a decir, nos confundimos. ¿Qué es esta Naturaleza? Si es aquella que conocermos, ¿cómo puede causarse o crearse a sí misma? Pero si es algo más, entonces queremos alguna prueba de su existencia.
Lo mismo aplica a la evolución. Evolución, científicamente hablando, es "el proceso gradual por el cual la diversidad actual de vida animal y vegetal surgió a partir de los primeros y más primarios organismos…" (Diccionario Científico Breve) Pero la evolución de los ateos no es este proceso, sino que es el agente que causa dicho proceso. Solo en este sentido acientífico e imaginario la evolución puede tomar el lugar de Dios, de otro modo, un creyente que acepte la teoría de la evolución puede reconciliarla fácilmente con su creencia en Dios diciendo que ese proceso en sí mismo es el trabajo del Creador.
Por otra parte, hay ateos que dicen de modo engañoso que creen en Dios, pero cuando examinamos esta afirmación, descubrimos que su dios es el dios de los ateos. Me refiero a que hay gente como Einstein, que algunos creen que era un creyente, pero cuyo dios de hecho no era el Uno, el Dios Creador en el que nosotros creemos. Einstein afirmó que creía en el "Dios de Spinoza," es decir, en un dios que es idéntico al universo y que no interfiere en su funcionamiento desde el exterior. "El hombre que está profundamente convencido de la operación universal de la ley de la causalidad," dijo Einstein, "no puede consentir la idea de un ser que interfiere en el curso de los eventos." [Citado por Hans Kung, ¿Dios existe? Vantage Books, 1981, p. 629]
Por lo tanto, todos los ateos son, de hecho, politeístas o mushriks. Un mushrik, según el Islam, es alguien que cree en un dios o en varios dioses a demás o en cambio del Único Dios Verdadero, o alguien que adora a esas deidades aún si también adora al Dios verdadero. Quizás es por eso que el Corán nunca habla de los ateos sino que se refiere a los mushriks (o politeístas).